lunes, 13 de octubre de 2008

Nocturnos.., Rodrigo Alemany




Nocturno I

distanciada
lejos queda la bravura
de un sol pletórico
arriba
las arañas estrelladas
se contraen
dejándonos
sólo el leve
“rasguño de una sangre
en gotas impresas”
trashumante
el fuego se extingue
doblando los soplos
de figuras fantasmales
que apresuradas
guardan el nombre
en la bóveda opacada
abajo
la pelusa y los grillos
se arrinconan:
pasajero es el fondo
de un vacío inmemorial
cartilaginoso vuelo
de polillas sin aire:
efímera nota
de ópalos eléctricos





Nocturno II

va lloviendo el dulce sueño
de las apetencias ingrávidas
el oasis en el centro de la habitación
atestada de libros y papeles
la mirada de estrellas
reflejando las techumbres
la luna oculta
y el sueño del espacio en ciernes

va dilacerando la piel el cantar
de los grillos el sonido de las sirenas
la música lejana de bailes afrodisíacos

en el espacio nuevo
de otra energía liberadora
trasciendo tumbas
cárceles y espasmos lacrimógenos
tachonados recuerdos
algunos grises y otros luminosos
como el rebelde sable
que cortara la oreja del patriarca

va despertando el ímpetu del viento
la melodiosa conexión de los trenes
y los rieles transparentes
el rostro encendido
luciérnaga palpitante
degradando la bruma
de los peces entristecidos
iluminando la página negra
de los nihilistas
la frase sin objeto
el cantar sin basamento

va despertando la paz de los olivares
la cornamenta del gallo nocturno





Nocturno III

la llegada de la noche
los caballos negros cabalgan en el ocaso
el sol grandilocuente
dice adiós a las parturientas
llamaradas del día
la taberna de la noche
exuda tierra y gusanos
el liquen se esparce en la piedra negra
en la esfera negra
en la bóveda negra
la quietud de los búhos
alimenta los sueños de la adormidera
los elefantes azules
vuelan desde el sol hasta la luna

la noche es una escultura
inmensamente olvidada en el océano profundo
las nubes son el plafón que se abre
para encender la linterna de las estrellas

hay un silencio negro y seco
hay una palabra mustia y ajada
la cabalgadura de los centauros
nocturnos me acompañan con su trémulo vacío





Nocturno IV

La noche se alarga
cual murmullo de hojas al viento
imagino que los pastizales
están secos
no obstante la lluvia
y el ruido agonizante de un gato
hacia el vacío

Minutera
tránsfuga de un entorno señorial
la noche reverbera
en su intercambio de avellanadas luces
y los pastizales están secos
creo que los pastizales están secos
cuando muerdo las sábanas
y recuerdo las revoluciones y los indultos
de la esquizofrenia

Noche simple
atrapada nostalgia de un ayer trizado
que deja lugar a los cementerios
de trenes en las esquinas
Me estrujo en las sábanas
me doy vueltas como un carrusel
aherrojado a las vertiginosas aves
y creo que en este instante
los pastizales secos se prenden
como yesca agonizante

La luna deja un corte en los pezones de la noche…







Nocturno melodioso

frecuencia indeleble
buscando la huella del venado
el andar quemado
la frescura de la noche
en la tarde desértica
buscando encuentros astrales
a lo lejos
centellas
círculos de piedra
fauces de arena
melodiosa contigüidad
líquida apariencia compartida
se mueve la embarcación
terrestre ondulan los cimientos
faros y arterias
letreros y multitudes con la palabra
“anunciación” brotando de la boca
lengua ardorosa
palabra viva que aleja las tertulias
del silencio
intercalando paroxismos
otra nube de arena
quema la nave un soplo
a los lejos/distiende la nube
los peces voladores
subestimados mediante
la trémula conciencia

huele a caucho
sabe a ceiba
escala la araucaria
otra fragua de estrellas

en el murmullo subterráneo de las multitudes
se anida la esperanza(uso)
costumbre
se deslava una memoria dentada
en el andar sumergido de los marinos
caminantes

(sueño)
espero la paz
de los vendimiadores
(otro)
nosotros somos el tiempo
que no acalla
figura erguida en su alveolado
andar
nada sabe al indiferente espasmo
de creerse distinto
(nosotros)vuela una estela de venado

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